Por mucho que ames lo que haces, es totalmente entendible que, en ocasiones, no tengas ganas de trabajar y te distraigas fácilmente. Te presentamos unas estrategias para ganarle a la procrastinación y que seas productivo, incluso cuando no estás de humor. Aquí algunos consejos para trabajar.
¿Sabes que lo que tienes se llama procastinación?
La procrastinación afecta a todos, sobre todo cuando estamos cansados o aburridos. Pero, para algunos, puede incluso convertirse en una adicción, ya que aplazan sus tareas laborales (dejándolas para último minuto) y tienen que quedarse hasta tarde en la oficina para cumplir con ellas.
¿Por qué hay que combatir esa falta de ganas de trabajar?
Estudios recientes muestran que la procrastinación aumenta el estrés, reduce la productividad y baja nuestras defensas, ocasionando más enfermedades. Al dejarlo todo para último minuto, la persona se va a estresar más y lo que entregue no será de la misma calidad que si lo hubiese hecho con tiempo.
Si quieres disfrutar de tu tiempo libre después del trabajo, debes superar los hábitos mentales negativos que te llevan a aplazar todo y perder el tiempo. ¿Cómo lograrlo? Con estas estrategias:
"No creo que pueda hacerlo"
Te asignan un nuevo proyecto. De hecho, es uno que querías hace tiempo. Pero, ahora que está en tus manos, no puedes empezar por el miedo a echarlo a perder y que - como consecuencia - te despidan... Y ahí llegas al punto en que evitar desarrollar el proyecto es la mejor opción porque piensas que "si nunca lo empezaste, no estarías fallando".
La procrastinación es fallar, sobre todo porque no estás aprovechando tu talento y habilidad. Por ejemplo: cuando estabas aprendiendo a manejar, te daba miedo desviar la vista del frente porque, si mirabas a un lado, te daba miedo de girar el volante y chocar.
Preocuparte por algo que podría salir mal tiene el mismo efecto. Debes cambiar tu mentalidad y confiar en ti, concentrándote en todas las cosas positivas que pasarán si tienes éxito.
Cuando crees que puedes hacer algo, y lo visualizas de forma positiva, ya dejaste de fallar. Este proceso de pensamiento te lleva a la dirección correcta y, de verdad, dan ganas de trabajar. ¡Rompe las cadenas y empieza!
Define tu punto de partida
Muy a menudo no sabemos por dónde empezar cuando tenemos que realizar una tarea un poco más complicada. Cuando hay que hacer algo particularmente difícil, necesitas todo el tiempo posible para completarla, así que lo mejor es no perder tiempo pensando en lo arduo que es.
La clave es evitar que el miedo o la cantidad de carga te paralice. Simplemente separa el proyecto por etapas y ponle tiempos (una hora, por ejemplo). Esto hará que te esfuerces, el tiempo se te pasará más rápido, no querrás perder tiempo viendo tu teléfono o redes sociales y sentirás que no es una carga tan pesada.
Combate las distracciones
Empezar un proyecto grande puede ser un desafío para muchos porque se tropiezan con tareas irrelevantes, que distraen de la tarea real. Por ejemplo, respondemos correos, llamamos por teléfono, vemos las noticias en portales de internet... Cualquier cosa con tal de evitar el elefante en la habitación.
Estar ocupado no es lo mismo que ser productivo. Cuando estés evadiendo una tarea importante, para y visualiza lo que pasaría si la aplazas o no la haces. Atrasarías un proyecto, no podrías hacer esa presentación importante para tu jefe, saldrías horas más tarde de la oficina, etc. ¿Ya no te dan ganas de seguir con las distracciones?
¿No te gusta?
La procrastinación no aparece solo cuando una tarea es muy fácil o difícil. También sale a la luz cuando no tienes ganas de trabajar o no te gusta. Puede ser algo complicado moverse por algo que no te interesa o que, simplemente, odias.
Desafortunadamente, no hay una forma de hacer que te interese de la noche a la mañana, porque ciertas cosas jamás llamarán tu atención. En vez de aplazar lo máximo posible estas obligaciones, haz una regla que diga que no puedes tocar ningún proyecto más entretenido, hasta que no hayas completado lo que no te gusta. De esta forma, te estás forzando a "comer tu ensalada antes del postre".
¿Todavía no te convence? Puedes convertirlo en un juego: ¿Cómo puedo cumplir el objetivo de forma más eficiente? ¿Cómo puedo cambiar pasos del proceso y aún así producir los mismos resultados? Hacer esto hará que le des una perspectiva fresca. Tal vez la tarea en sí no sea divertida, pero este juego puede serlo.
"Esto es muy fácil"
Las tareas que son muy simples pueden ser sorprendentemente peligrosas, porque cuando las aplazas, es fácil subestimar el tiempo que te demorarás en terminarlas. Una vez que por fin te sientas a trabajar en ellas, descubres que vas a tardar más de lo que tenías estimado (o por lo menos para que quede de buena calidad).
Si un proyecto es muy fácil, dibuja en tu mente un mapa de conexiones. Así verás la escena completa, y te darás cuenta de la importancia que tienen en tu trabajo. Por ejemplo, puede que no te guste digitar la información de tus clientes en el software o programa que utilizas, pero cuando te das cuenta de la importancia que tiene para la empresa, la tarea valdrá la pena.
Si no dedicas tiempo y esfuerzo a estas obligaciones - por más pequeñas que sean -, se creará un efecto de bola de nieve y que perjudicará, incluso, el negocio.