Las oscilaciones entre un flujo de caja positivo y negativo pueden impactar negativamente la capacidad de una empresa para hacer frente a sus obligaciones, generando riesgo de liquidez. Pero, en efecto, ¿por qué es tan importante poner atención en las entradas y salidas financieras?
Básicamente, el flujo de caja es un registro que permite comparar los montos que ingresan en la empresa y las salidas (gastos y costos) derivadas de su actividad.Así pues, controlar el flujo de caja posibilita:
Tomando en cuenta la relevancia del flujo de caja, en este artículo profundizaremos en el riesgo de liquidez como uno de los principales factores a medir, identificar y gestionar.
¡Adelante!
En economía, el riesgo de liquidez consiste en medir la capacidad de un negocio o de una persona de responder ante sus obligaciones financieras considerando un corto horizonte de tiempo. ¡De ahí la necesidad de prestar atención al flujo de efectivo!
Para identificar si un negocio podrá o no hacer frente a sus compromisos con proveedores, funcionarios y otros públicos a los que deba responder económicamente, es imprescindible analizar los montos que ingresan y salen de su caja.
En efecto, esto permitirá no solo identificar si la empresa tendrá problemas en un breve espacio de tiempo, sino también hacer proyecciones acerca del riesgo de incumplimiento en un futuro próximo.
Cuando hablamos de liquidez, es importante aclarar que estamos frente a una parte realizable del activo. Es decir, los activos que pueden fácilmente convertirse en dinero.
Bajo esta perspectiva, una empresa con una gran cantidad de activos y considerada rica por el mercado, puede presentar riesgo de liquidez y caer en la trampa del incumplimiento.
Esto ocurre cuando su patrimonio se encuentra mayoritariamente integrado por activos difíciles de comercializar y convertir en dinero para sufragar su mantenimiento y operación.
Ante este tema, es prudente destacar que riesgo de liquidez no es sinónimo de riesgo de insolvencia. Mientras que el primero es un aspecto circunstancial y puede derivarse de un alto nivel de inversiones, el segundo es un problema generado por inconsistencias estratégicas y de una planificación financiera deficiente.
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Por lo general, para medir el riesgo de liquidez, las empresas utilizan 3 ratios como base.
Es la relación entre el activo y pasivo corriente. Este ratio detecta el potencial de una organización para abonar sus deudas considerando la porción más líquida de sus activos como dinero en caja y en cuentas bancarias, así como inversiones a corto plazo.
Se considera como un ratio óptimo resultados entre 1,5 y 2.
Es la división del activo corriente menos inventario entre el pasivo corriente. La fórmula de este ratio no considera las existencias.
Para analizar el riesgo de liquidez bajo su óptica, el cálculo debe resultar en 1, siendo que valores superiores a la unidad señalan excelente capacidad de afrontar los pagos.
Por otro lado, valores inferiores suponen debilidades que deben observarse de cerca y con criterio.
Es la división de la suma del dinero en caja más los títulos financieros entre el pasivo corriente, su ratio óptimo es de 1.
A pesar del uso recurrente del primer ratio en virtud de aportar datos más concretos acerca de la capacidad de cumplimiento a corto plazo, vale la pena recalcar que, para hacer análisis completo de la liquidez de un negocio, debemos usarlos en conjunto.
Fíjate que cada uno considera aspectos diferentes, por lo que verificar a los 3 en paralelo supone una visión más holística acerca de la coyuntura de liquidez del negocio.
Como has visto, para afrontar sus obligaciones con proveedores, entes gubernamentales, instituciones bancarias y otros stakeholders, las empresas deben disponer de activos líquidos como dinero en cuentas de ahorro o corrientes, montos en caja y/o inversiones a corto plazo.
Es decir, las organizaciones deben contar con activos que puedan fácilmente convertirse en recursos en pro de la atención de sus obligaciones. Por lo cual, calcular este indicador es una necesidad en términos estratégicos y operativos, pues posibilita identificar si un negocio se encuentra listo para sufragar sus gastos en el corto plazo.
Pero, ¡este no es el único beneficio de prestar atención a este indicador!
A continuación, corroboramos la importancia de calcular y tener en cuenta el índice de riesgo de liquidez bajo la perspectiva de sus beneficios más notables:
Cuando tenemos en mente el riesgo de liquidez, podemos administrar el capital corporativo de forma más acertada, evitando dirigir dinero hacia proyectos que puedan postergarse o minimizando gastos innecesarios o abusivos.
Dicho en otras palabras, conocer este indicador permite reorganizar las cuentas del negocio poniendo en primer plano a las prioridades principalmente para asegurar su cumplimiento y el mantenimiento de una buena relación con sus acreedores.
El análisis detenido de los ratios de liquidez permite detectar si los ingresos son suficientes para hacer frente a las salidas a corto plazo.
En el caso de que las entradas no superen las salidas, los gestores pueden ampliar sus investigaciones acaparando otros indicadores financieros y de mercadeo para luego, ofrecer promociones/descuentos y estructurar nuevas acciones de ventas.
Evitar problemas es uno de los principales objetivos de los gestores, sin embargo, imprevistos existen y debemos estar listos para manejarlos de la mejor forma posible.
Cuando contamos con una buena cantidad de activos líquidos podemos agilizar la solución de fallas y problemas tan pronto como aparezcan, minimizando así consecuencias derivadas de un retraso.
Por ejemplo, si tenemos dinero en el banco, la empresa puede pagar un servicio de mantenimiento correctivo antes de que la falla de una máquina requiera el recambio de una pieza o la compra de una nueva unidad.
Al mantener una buena dinámica de pagos, atendiendo sus obligaciones en tiempo y forma, las empresas pueden aumentar su probabilidad de acceder al capital de terceros y, de este modo, poner en marcha nuevos proyectos, comprar máquinas nuevas, ampliar su espacio, entre otros objetivos.
Incluso, el acceso a fuentes de financiación posibilita que los negocios cuyo objetivo sea internacionalizar sus actividades o exportar sus productos, inicien el proceso con recursos suficientes para dar este paso con seguridad, transparencia y gran probabilidad de éxito.
El hecho de que la empresa logre administrar sus recursos con maestría, a través de softwares de flujo de caja y recursos similares, respondiendo a las obligaciones de acuerdo con los contratos con sus acreedores, refleja una imagen responsable y comprometida con sus públicos.
En consecuencia, los proveedores y otros stakeholders tienden a posicionarla como un poderoso partner de negocios, lo que conlleva a un mayor poder de negociación tanto en términos de precios como de plazos.
Si cumplimos con nuestras obligaciones, abrimos espacio para nuevas y prometedoras oportunidades.
Además de generar un vínculo más estrecho con los proveedores y otros acreedores, la empresa logra mejorar la visibilidad de la marca por lo que otros negocios querrán asociarse o cerrar negocios firmando nuevos contratos.
Como compruebas, los movimientos entre flujo de caja positivo y negativo pueden impactar en la capacidad de una empresa de responder a sus obligaciones a corto plazo, o sea, un descuido puede poner en riesgo la liquidez corporativa.
Cuando identificamos posibles incumplimientos o dificultades para convertir activos en recursos financieros, promovemos la continuidad del negocio, así como la optimización de su política de liquidez.
En este sentido, es importante recalcar que el porcentaje de activos líquidos en el patrimonio se relaciona de manera directa con las características y particularidades de cada negocio. Por lo cual, al identificarlas a detalle, podemos desarrollar una política mucho más efectiva, que asegure el pago de las deudas en tiempo y forma.