Quienes nos desempeñamos en el ámbito tributario y contable, sabemos que estos años han sido de constantes cambios normativos e implementación. Estamos ahora ad portas de una nueva reforma tributaria, la que sería la “reforma tributaria de la modernización tributaria de la reforma tributaria”. Dentro de mi círculo cercano, comentamos en tono de broma que la Ley de la Renta comparativa de los últimos años deberá ser impresa en plotters o planos.
Han sido tanto los cambios y argumentos para hacer cada reforma que, por ejemplo, la Reforma Tributaria de Bachelet, que comienza con la operación del ejercicio comercial del año 2017, para el ámbito tributario que corresponden al año 2018, introdujo un sistema de “Renta Atribuidas” que fue defendido con sangre y sudor en nuestro Congreso Nacional, ya que lograba una mayor recaudación y justicia tributaria.
Sin embargo, esta norma fue derogada a los pocos años por la Modernización Tributaria de Piñera, con amplio apoyo de los integrantes de turno del Congreso, dejando un sistema implementado por el SII y los estudios realizados por abogados y contadores, como un conocimiento histórico y del baúl de los recuerdos, tan solo por un régimen tributario que duró tres años.
Con la Modernización Tributaria de Piñera, se hablaba en la prensa que sería un sistema simple, rápido y verás, cosa que nunca sucedió. Esto se pudo observar en esta Operación Renta, en la cual el Servicio de Impuestos Internos (SII) debió interpretar e implementar una reforma, generando nuevos sistemas computacionales y controles que no han estado exentos de problemas, tanto así que el Colegio de Contadores solicitó formalmente la postergación de la Operación Renta por problemas en la plataformas, pero también por falta de capacitación concreta para los contadores, donde se terminó interpretando muchas normas, como algunos puntos del nuevo Régimen Pro Pyme.
Como se puede apreciar, la experiencia con las reformas ha traspasado un alto costo a los contadores, contribuyentes y al SII, quienes han sufrido con los intentos de “Reformas Tributarias Epopéyica”, pero en la práctica han sido complejas y caras, sin tener presente el principio de simplicidad tributaria.
Debido a la contingencia mundial por la pandemia del Sarv-Cov2 o COVID-19, el Estado de Chile necesita obtener mayor recaudación fiscal para pagar e implementar mayores planes sociales, asunto que es de consenso general. Sin embargo, es aquí donde nacen propuestas de Reformas Tributarias con la más amplia diversidad existente.
Cada sector político ha presentado sus ideas teniendo presentes las Elecciones Presidenciales que están por venir. Sin embargo, al efectuar una lectura de las propuestas de una nueva reforma, se observa un alto sentido de idealismo político, sin sustentar las cifras, efectos reales en la economía y, lo más importante, si serán suficientes para cubrir el programa social que necesita ser implementado en nuestro país.
Es en este punto donde me pregunto ¿Realmente estos programas de una nueva Reforma Tributaria han sido confeccionados por un equipo de trabajo que reúna a especialista de diversas profesiones o sólo se queda en la ideología política o en crear una nueva epopeya tributaria?
Debido a que una Reforma Tributaria no sólo implica modificar una ley, sino un sistema completo y complejo, entre ingresos fiscales, control del SII y aduanas, efectos para cada contribuyente y la implementación que debe ser efectuada por los contadores, es por esto que una Reforma Tributaria debería ser superior a una propuesta electoral, la cual debe ser preparada por un grupo multidisciplinario que tenga la experiencia de su implementación en el día a día, tanto del lado del contribuyente como en el rol fiscalizador, además de incluir los conocimientos legal y económicos.