En todo rubro hay clientes conflictivos, que representan un perjuicio y un desgaste de recursos más que un aporte. En contabilidad, el buen manejo de las finanzas es fuente de tensión constante. Por eso, resulta esencial saber cuándo y bajo qué condiciones, decir adiós es lo más saludable.
Antes de tomar cualquier decisión, deberías evaluar con cuidado la situación y relación actual de tu cliente, y preguntarte lo siguiente:
Si al responder estas preguntas, adviertes que aquel cliente en contabilidad es sustancial, lo ideal es que te armes de paciencia ante las probables discrepancias y procures retenerlo hasta que prescindir de él no implique situaciones que tengan efectos muy negativos en tu negocio contable.
En tanto, si la relación es destructiva y no conduce a nada, lo mejor es ponerle punto final y centrar tus esfuerzos en aumentar tu cartera con otro tipo de clientes, que valoren apropiadamente tus servicios y esfuerzos.
Existen varios síntomas que evidencian una relación profesional problemática, a los cuales hay que brindar atención si sientes que merece ser rescatada. Sin embargo, algunos de ellos son claras señales de que lo más sano es poner punto final al vínculo con tu cliente:
Si nunca está conforme con tu trabajo, llega tarde a las reuniones agendadas - o simplemente las cancela, sin dar razones - y no responde tus comunicaciones en un plazo razonable, la relación se ha tornado negativa y puede perjudicar el desempeño general de tus funciones.
La clave de un buen desempeño es la vocación y la satisfacción por el trabajo realizado. Si este cliente es tan conflictivo que te está haciendo perder la motivación, claramente es hora de tomar otros rumbos y ver la opción de finalizar la relación de trabajo.
Está claro que, si un cliente en contabilidad requiere de tus servicios, es porque necesita tu asesoría. Sin embargo, el desempeño se torna difícil si tus consejos no son escuchados y tus opiniones son ignoradas. Peor aún, es que después te responsabilice por sus yerros producto de las actitudes antes descritas. Si es así, continuar trabajando con él no tendrá mayor sentido.
Antes de dar el paso hacia el quiebre definitivo, es esencial que establezcas las condiciones para generar un diálogo con tu cliente, señalando cuáles son los puntos en discordia y planteando eventuales soluciones. Ésta es una suerte de advertencia, pero sin que suene intimidante.
Plantea que, para mantener buenas relaciones comerciales en el futuro, será fundamental atender los conflictos expuestos y - si es preciso - cambiar algunas conductas. En el caso de que la relación destructiva persista, al menos quedará constancia de que intentaste resolver la situación.
Una vez que des por finalizada la relación, recomienda a tu otrora cliente a algún colega contador que pueda continuar llevando sus finanzas. Este punto adquiere aún más relevancia si quedaron asuntos pendientes.
Puedes conversar con el nuevo profesional, brindándole toda la información que precise para terminar el trabajo de manera satisfactoria. De este modo, saldrás de la situación conflictiva de manera ética y elegante, sin dejar tareas “en el aire”.
Obviamente, lo ideal antes de terminar la relación con tu cliente es finiquitar el trabajo que empezaste. Si esto es posible, procura desarrollarlo con la misma excelencia que te caracteriza, de manera de dejar conforme a tu contraparte. Ésta es la mejor forma de salir del paso, manteniendo intacta la confianza y tu buena reputación.
Mantén hasta el final de la relación un trato cordial y afable. Deja constancia de tu buena disposición conservando un respaldo escrito de todas las comunicaciones con tu cliente. Éste será el principal registro de que cumpliste con tus obligaciones y te esmeraste en brindar un servicio satisfactorio.
Si el cliente conflictivo es parte de una red de personas con las cuales colaboras, podría ser recomendable preparar un comunicado formal explicando con muy buenos términos la situación y dejando en claro que esto no debiese afectar la relación con ellos ni la calidad del servicio otorgado.
La pérdida de un cliente es una situación compleja y difícil. No obstante, si sabes cómo afrontarlo y cuándo poner punto final, el beneficio puede ser muy superior al que hubieses obtenido conservándolo.