Las utilidades desempeñan un papel clave en la toma de decisiones empresariales.
Para los accionistas, las utilidades representan ganancias que pueden ser distribuidas como dividendos, mientras que para los empresarios, reflejan la capacidad de reinversión en el negocio.
Las empresas deben equilibrar el reparto de utilidades con las necesidades de inversión, gestión de gastos y provisiones para futuras contingencias.
En Chile, esta distribución está sujeta a normativas legales y fiscales, como se explicará más adelante.
El cálculo de las utilidades sigue un proceso específico, que comienza con la determinación de los ingresos totales generados por las actividades de la empresa.
De estos ingresos se restan los gastos operacionales, que incluyen los pagos a proveedores, salarios de empleados, y otros costos fijos y variables del negocio.
Por ejemplo, en un negocio de restaurantes o telecomunicaciones, los costos pueden incluir desde materias primas hasta servicios tecnológicos.
Si una empresa chilena generó ingresos de CLP 100 millones en un año y tuvo gastos operacionales de CLP 70 millones, la utilidad antes de impuestos sería de CLP 30 millones.
En Chile, el impuesto a la renta juega un papel fundamental en la gestión de las utilidades empresariales.
Las empresas deben pagar un impuesto de primera categoría, que grava las utilidades que se generan durante un ejercicio fiscal.
Este impuesto se aplica sobre la renta efectiva, es decir, sobre las utilidades obtenidas después de descontar los gastos necesarios para producir ingresos.
Además, al momento de distribuir las utilidades entre los accionistas o socios, se pueden aplicar otros impuestos como el Impuesto Global Complementario (para residentes) o el Impuesto Adicional (para no residentes), lo que añade complejidad a la gestión fiscal de las empresas.
En Chile, el Código del Trabajo regula el reparto de utilidades a los trabajadores mediante dos sistemas principales:
La elección entre estos sistemas queda a discreción del empleador, quien puede cambiar de opción cada año según su conveniencia y la situación económica de la empresa.
Una adecuada gestión de las utilidades permite a las empresas crecer y expandirse.
El reparto y la distribución de utilidades no solo benefician a los accionistas y trabajadores, sino que también proporcionan capital para nuevas inversiones, adquisición de activos o desarrollo de proyectos innovadores.
En el sector del emprendimiento, las utilidades se suelen reinvertir para asegurar la sostenibilidad del negocio y fomentar su crecimiento a largo plazo.
En sectores más consolidados, como el comercio y los servicios, las utilidades pueden dirigirse a mejorar la capacidad productiva o a explorar nuevos mercados.
El artículo 47 del Código del Trabajo establece el derecho de los trabajadores a percibir una parte proporcional de las utilidades generadas por la empresa, conforme a los términos y condiciones definidos por la ley.
Además, la Ley de Impuesto a la Renta establece normas específicas sobre la tributación de las utilidades, dependiendo del régimen tributario en el que se encuentre la empresa (como el régimen semi-integrado o el régimen de renta atribuida).
Estas normas permiten que las empresas gestionen sus remuneraciones y utilidades de manera eficiente, optimizando su carga fiscal.
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